La mentira puede echar por tierra la confianza o intimidad de las relaciones interpersonales, provocando sentimientos de preocupación, confusión, resentimiento o desánimo.
Esta omisión de la verdad o interpretación falsa de una vivencia se relaciona con la activación de la corteza prefrontal, donde se conforma la personalidad, la organización diferentes tareas mentales y la regulación emocional de la persona.
Aquellas personas con dificultades de regulación emocional o patrones constantes de vivencias emocionales inestables e intensas pueden utilizar el engaño como herramienta para luchar internamente con sentimientos que le generan una desregulación emocional.
El miedo al abandono, al rechazo, a equivocarse, la incapacidad de regular diferentes estados de ánimo, su alta sensibilidad y un comportamiento muy impulsivo provoca en estas personas que digan o hagan cosas sin pensar. La mentira en estas personas realizada de manera no intencionada, genera dolor y daño en sus seres aunque no sea la finalidad con la que lo provoca.
Esta tendencia de comportamiento impulsivo, donde su respuesta desatiende posibles consecuencias negativas para su persona y aquellas cercanas, se convierte en un intento fallido de enfrentarse a la situación que genera malestar y una salida evitativa.
Las relaciones interpersonales serán polarizadas entre la idealización y la devaluación, a través de intentos de atraer o de atacar de manera a las personas con las que interaccione, durante episodios de rabia extrema que asociará a un abandono percibido, donde la falsedad estará muy presente
Ante el sentimiento de una emoción intensa y abrumadora que no se ajusta a la realidad, la persona busca con el engaño interpretar de modo inadecuado aquello que ocurre de tal forma que encaja con lo que sentimos inicialmente sin atender a lo que verdaderamente está sucediendo. Justifica su emoción por encima de cualquier evidencia que se plantee.
A veces una abrumadora y arraigada vergüenza intentará esconder a través de la mentira las debilidades o errores que puedan implicar sentimientos de rechazo infundadas por la misma persona afectada.
Estos engaños pueden ser un intento desesperado de poder manejar y predecir su mundo caótico sin que pueda atender a la causa de lo sucedido. Sucumbiendo a la fuerza emocional sobre su comportamiento y en la toma de decisiones. El impacto perjudicial generado por la mentira podrá distanciar, separar incluso destruir el sistema de apoyo y ayuda que la persona pueda poseer.
La persona con un desajuste entre sus emociones intensas y aquello que sucede en un determinado momento se encuentra en una constante batalla. Una lucha de manera persistente cuando recuerda vivencias negativas que generan una mal interpretación inconsciente o distorsión de la realidad.
Esta manera de conectar emoción y situación, se convierte más en una falsedad que una mentira como tal, que proyectará comportamientos inadecuados de la persona. Una falsedad ésta que genera un gran daño hacia su persona y su círculo más cercano.
La mentira se convierte en una incapacidad para tolerar el malestar, la incertidumbre o el estrés de un momento. A veces superada por la vergüenza, intentando enmascarar sentimientos de rechazo o una identidad confusa que mantiene un mundo desconectado e irreal.
Analizar, desde la comprensión y validación, la intención del daño que implica dicha mentira puede facilitar a las diferentes partes a encontrar un terreno sobre el que avanzar y poder mantener una conexión menos confusa y caótica con su realidad.
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